miércoles, agosto 06, 2008

Escritos en momentos de estrès

Puedo ver en tu rostro pálido
Los surcos que dejaron aquellas tibias lágrimas.
No quisiste que los demás te consolaran
Sino que tragaste ese amargo aire
Y dejaste que hiciera su efecto:
Poco a poco comienza a pudrir tu carne.
Dijiste adiós por última vez
Y con tu mano fía, la enjugaste.
Ahora caminas como alma en pena,
Dejando atrás todo sentimiento
Que permite hacerte débil ante otros.

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Dentro de todo ese misterio,
Dentro de toda esa apariencia,
Te escondes, es tu protección.
Anhelabas ser cono otros, confundirte.
Ser uno más, pero el destino se opuso.
Ahora te presentas alto y serio,
Con una penetrante mirada que no permite
El acercamiento hacia ti a alma alguna.
¿Desde cuándo pasó? No lo sabes.
¿En qué circunstancias? Lo ignoras.
Sólo te queda el consuelo de que alguien
Similar a ti, sepa verte como tú lo haces con los demás.
No sabes cómo, pero tienes la certeza de que sucederá.
Algo sucederá… Sí.
Alguien sabrá valorar lo que los demás nunca,
Pero nunca lo hicieron.
Incluso llegaron a excluirte por tu propia ignorancia.
Tienes la esperanza, lo sabes, lo crees, lo sientes.
Alguien podrá ver detrás de todas las invenciones
Y prejuicios que los otros crearon.
Pasará, sí, porque el destino así lo quiso.

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Maldices la hora en que naciste,
Maldices la forma que te tocó,
Maldices a los seres que te crearon,
Maldices la naturaleza que te formó.
Para ti todo es maldito, porque maldito sea
El que te discrimina, por tu voz, tu cuerpo,
Tu alma, tu ropa, tu propia existencia.
Maldices a los que no te entienden
y los que no lo harán jamás.
Maldices una y otra vez,
Porque es tu forma de proteger,
Porque es tu forma de defensa.
Maldices, lo haces y no sabes el porqué.
Sólo lo haces para sentirte mejor.
Maldices con una sonrisa en la cara.
Maldices, ya es parte de ti.