martes, diciembre 22, 2009

El caos de la decepción

No quiero escribir más, menos cuando sé muy bien que todo lo que hago me sale mal, y lo que más amo, hasta ahora, comienza derrumbarse lentamente; todos esos proyectos, todas esas ilusiones se van… para siempre.
He estado mal últimamente, mucho peor cuando intuí que te ibas para siempre y que tu interés por mí decaía.
No sabes lo triste que estoy... y mucho más en este cerro alejado de todos lo civilizado… es como si la naturaleza y la zona geográfica te condenara a la soledad, a la incomunicación, y que el mismo paisaje te tratara de encarcelar, terminando rindiéndose por la lejanía de todo.
Este cerro, como una cárcel… no era lo que yo anhelaba; un paisaje cautivante, melancólico y tranquilizante. Al contrario, esto es lo que nunca quise, lo que evadimos siempre, lo que tratamos de evitar al huir de esa población rodeada de miseria humana. Si tan solo pudiera salir de aquí, pero de una manera más fácil… esto es como una condena; lo odias cuando estás en él, pero sientes una necesidad impetuosa de volver; es como si algo en tu interior te arrastrara y hundiera siempre al infierno, a ese lugar funesto, alejado y lleno de incertidumbre.